
No, en serio. ¿Habéis visto el nuevo videoclip de la muchacha? Se llama «Party in the U.S.A.» y relanza a la chica como nuevo icono sexual para toda una generación de mozalbetes. Atrás quedaron los tiempos de «Hannah Montana»… y de Britney Spears, me temo.
«Party in the USA» no sólo habla de la adorable estupidez americana, sino de la facilidad con la que lanzan sex-symbols al mercado global. A Britney, seamos sinceros, ya no había cómo recuperarla. Seguirá sacando discos y tal, pero lejos quedan sus tiempos como bomba sexual. Aún tenemos en las retinas sus rapados, sus barriguitas y sus actuaciones con tres copazos de más. Xtina está ahora a otros menesteres y ya desde sus primeros tiempos se vio que iba a ser menos «mercantilizable» que la Spears. Jessica Simpson nunca llegó a ser la nueva Britney y el resto de sucesoras se quedaron en nada. Hacía falta una nueva chica jovencita, con chicles poperos que se te fijan a la cabeza, que de bien en los vídeos… y que pueda gustar tanto a grandes como pequeños. El relevo estaba en casa, triunfando desde hace años, y se llama Hannah Montana.
Debo confesar que me sorprendió cuántas tablas tenía al verla en «El Hormiguero». Se hizo la dueña del show y parecía Pablo Motos su propia hormiguita, al igual que su padre y hasta el apuntador. La Cyrus sabe cómo llamar la atención de los focos y no soltarlos. Ha sido criada en la factoría Disney: los bolos, los estadios llenos, las cámaras y las jornadas de grabación son su pan de cada día. No se siente una extraña, ha nacido para eso. Y, ahora, han decidido que ya está lista para dar el siguiente paso: el de su transformación en cantante buenorra.

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