Otro buen capítulo, con momentos bastante emotivos y los actores rayando a gran altura. Aunque es verdad que aparcamos un pelín el rollo teenager, nos centramos en la relación padres e hijos, en este caso Michael y su padre adoptivo. Hay mucho dramón bien llevado y una interpretación «decente» de Brendan Fehr, que se esfuerza (vale, no es el mejor actor del mundo, pero tiene carisma y le da a la serie una dinámica diferente).
Hay escenas muy tiernas entre María y Michael, la propia María y su madre (Majandra Delfino y Diane Farr juntas funcionan como un tiro) y entre los tres aliens protagonistas del show. La cosa se centra en el futuro de Michael, ¿se queda en Roswell? ¿se marcha? ¿va a cambiar su situación actual, de la que siempre ha querido huir? La serie vuelve a hacer aquí lo que mejor sabe hacer: explorar sus personajes, cuando lo hace suele triunfar.
La trama «alien-conspirativa» apenas sale en los últimos minutos y se pone de lo más interesante: por fin «conocemos» al shape-shifter que anda detrás de nuestros amigos.


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