Recuerdo mi incomodidad en la sala cuando Rooney Mara empieza a comerse una tarta de cerezas. O de calabaza o de lima o de qué sé yo, una de esas tartas americanas que quitan el sentido. Ella se pone ahí, saca la tarta de la nevera, y empieza dale que dale, toma que toma. Un minuto. Y luego otro. Y luego otro más. Y cuando crees que eso ya no hay montador que lo aguante, ¡oh, sí, ahí sigue zampando! La tipa se puede tirar sus cinco-seis minutos en plano secuencia comiendo tarta a cucharadas. Hay gente que se rindió y abandonó la sala. Yo aguanté. No sé muy bien por qué, pero dejé mi culito blanco en la butaca. Y os diré esto: fue una buena decisión.

Fui a ver A Ghost Story por dos motivos. El primero, la potentísima imagen del fantasma de toda la vida, la sábana con dos agujeros con los ojos. Un póster maravilloso. El segundo, Pete’s Dragon, la anterior película de David Lowery. Me pareció bellísima, de un lirismo inesperado, de un goce que ya creía perdido en el cine comercial. Y venga, va, admito que Rooney Mara fue el tercer motivo, esta chica me encanta en todo lo que hace (bueno… quizá no en el remake de Pesadilla en Elm Street).
Como ya dije en mi blog íntimo y personal (eh, Íntimo y Personal… otra peli de mi querida Michelle), A Ghost Story va a intentar derrotarte en el cine. No cedas. Debes tener claro que no es “una de miedo indie” (esa es Personal Shopper, que mola mucho) y que tiene un ritmo lentísimo. ¿Sabes cuando solo te quedan un par de horas para irte del trabajo y miras continuamente el reloj pero el tiempo no pasa? Ese es el ritmo de esta película. Es matador, podría aniquilar a mas personas que el vídeo de The Ring… pero luego llega ese final. Y te das cuenta de que ha merecido la pena.
Diría que solo por la imagen final (no recuerdo si es el último plano de la película, quizá es el penúltimo o el antepenúltimo) merece la pena pagar el precio de la entrada. Si quieres ver una de miedo, de cabeza a por The Ritual, es una joya. Si quieres ver la historia de fantasmas menos convencional de la historia, A Ghost Story. Es más rara que un perro verde y tiene ínfulas de esas. Y precisamente por eso, quién me lo iba a decir, me mereció la pena.

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