Sí, estoy enganchada a Las Chicas del Cable. Su primera temporada me gustó mucho y esta segunda me ha vuelto a atrapar. Así que si no quieres saber nada sobre qué pasan en los nuevos episodios, aléjate de este artículo porque puede haber SPOILERS.

Empecemos hablando de la primera temporada. Las Chicas del Cable fue la primera serie nacional de Netflix. Cuando se anunció que Netflix iba a producir la primera serie española en su plataforma, algunos esperaban un Sense8 pero no fue eso lo que tuvimos y no está mal.
Las Chicas del Cable es una serie de Bambú Producciones, creadores de Gran Reserva, Gran Hotel o Velvet. Salvo algún episodio de Velvet he visto pocas de estas series porque no suelen ser de mi gusto pero Las Chicas del Cable tiene más ritmo y me parece más moderna. En su día se criticó que Netflix no apostara por historias más innovadoreas pero creo que este tipo de series hacía falta porque la plataforma debe sobrevivir más alla de los frikis y pagafantas que vemos algunas de sus producciones. Las Chicas del Cable es un puro entretenimiento que va a atraer un público más alejado a Netflix, y contra más público mayor éxito e inversión para producir.

Pero más allá de ese público (llámalo Señora de Cuenca o como quieras) a mí la serie me entretiene (y aún me molesta que me llamen señora y no soy de Cuenca). Las tramas son ágiles, no hay rodeos y algunas ideas que plantea la serie son muy importantes. La violencia de género, la homosexualidad e incluso la cuestión de ser transgénero son temas en los que se basan las diversas tramas de ambas temporadas, y creo que esto hace que esta sea más que una telenovela. No solo por las tramas en sí, sino por cómo las llevan a cabo.

Las Chicas del Cable intriga, emociona y entretiene. No hay que pedirle más porque no quieren ir más allá (tampoco hace falta). En esta temporada se nota la influencia de Big Little Lies en su premisa. La serie de HBO también mezcla escenas de vida cotidiana y divertidas con momentos de tremendo drama. A aquella sin embargo no se le recrimina nada. Sinceramente creo que si Las Chicas del Cable no fuese española recibirá opiniones más positivas y no es que yo sea una ferviente fan.

Sí, tiene sus defectos. En ambas temporadas el triángulo amoroso entre Lidia, Carlos y Francisco ha sido lo que más me ha sacado de la serie y lo que menos me ha interesado. En la segunda temporada lo han resuelto de forma más interesante pero sigue siendo lo que menos me funciona. Los devaneos sentimentales de Lidia (Blanca Suárez) me marean. No recuerdo que en la primera temporada su amor por Carlos fuese real, sin embargo en estos nuevos episodios así parece ser. Llegado un momento no sé quién quiere a quién.

A pesar de ello, el cliffhanger con el que finaliza la segunda temporada me tiene ya en vilo. Así que deseando a que haya más Chicas del Cable que los teléfonos no se responden solos.

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