La nueva película de Netflix, Hermanastras (stepsisters), bien podría pasar por una secuela más de A por todas, o quizá un remake, pero en todo caso estamos hablando de unas hermanastras feas, las de Cenicienta.
El título original, Step sisters, hace referencia al baile en el que participan sus protagonistas, el step. Una coreografía de origen africano que en este caso interpretan una hermandad de White Girls (todas de rosa, arpías y pijas). Cuando se estrenó el tráiler muchos usuarios acusaron a la película de apropiación cultural, algo a lo que se hace referencia en el propio guión, pero los productores prometieron que la película iría mucho más allá y hablaría con respeto hacia la raza negra. El propio guionista, Chuck Wayward, pertenece al equipo de guión de la serie Dear White People.
Pero no, la película no va mucho más allá. En 2018 no creo que sea muy acertado basar un argumento en una batalla racial entre hermandades y menos con un tema tan superficial como ganar un concurso de baile. Jamilah (Megalyn Echikunwoke, la novia de Dean Winchester en Ruta 666) es una chica comprometida, una estudiante modelo que nunca consigue cumplir los objetivos de su madre. Jamilah es afroamericana, pertenece a la Black Sorority que más lo peta en el campus y mantiene una relación con un chico blanco demasiado comprometido con la causa afroamericana. Tanto su madre como su novio la juzgan por ayudar a la hermandad Sigma Beta Beta para ganar el concurso de Step.
Cuando a Jamilah se la acusa de ayudar a las Sigma Beta Beta de hacer apropiación cultural, se defiende poniendo de ejemplo a Eminen y el hip hop, o a Tiger Woods y el golf. Mira no. No suelo yo ofenderme mucho por la apropiación cultural y algunos casos me parecen un poco exagerados. Entiendo que las culturas y sus elementos evolucionan y con el tiempo se vuelven más difusas, pero no, el racismo hacia los blancos no existe. No es lo mismo que una persona afroamericana insulte o menosprecie a un blanco por su raza porque no es algo sistemático. Cuando en la película se habla de este tema, se toma a burla porque quien dice lo del «white racism doesn’t exist» no existe es el novio blanco de la protagonista.
Tengo que admitir que el novio es detestable. Un blanco que quiere ser negro y encima juzga a su novia por no ayudar a su raza. Posiblemente haya sido lo mejor de la peli porque da el perfil de mucho intelectualoide de ahora que habla de causas sociales cuando vive en una situación acomodada y no ha dado un palo al agua en su vida.
De los personajes blancos que aparecen en la película, los que muestran cierta simpatía por sus compañeros afroamericanos son tomados como un bufones: el novio porque para la audiencia queda claro que es un cretino, y Beth que es retratada como una pardilla. También escama bastante que todos los afroamericanos que aparecen en la película parecen tener un odio visceral hacia los blancos. Hasta la propia Jamilah presiona a una chica afroamericana de las Sigma Beta Beta para que se parezca más a sus hermanas y sea más negra.
Este tipo de película siempre tiene moraleja final y esta no iba a ser menos. Todos amigos y color blind como decía la canción. ¿Pero de verdad lo compensa todo esos últimos diez minutos?
brenda forever 