
Me ha dado por volver a ver la película Cómo perder a un chico en 10 días porque desde hace un tiempo se ha puesto de moda en TikTok y con la reunión de Kate Hudson y Kathryn Hahn en Glass Onion me ha entrado la nostalgia.
No recordaba que Ben (Matthew McCounaughey, lo he escrito sin Googlear) hacía una apuesta a la vez que Andie (Kate Hudson) planteada preparar el artículo sobre cómo sacar de sus casillas a un tío y que te dejara en 10 días. Más que nada porque me parecía inverosímil que con lo pesadísima que se vuelve Andie este hombre aguantara tanto tiempo. Y, por qué no decirlo, que en la actualidad el tiempo se reduciría mucho menos. En mi caso con un día ya me dejan tirada, y a veces hasta antes.
La verdad es que Andie se pasa mil pueblos y su actitud es muy exagerada. Es comprensible que Ben pensara que tuviese algún problema mental, pero claro esto es todo una hipérbole porque es una comedia, pero hubiese sido interesante ver la película con unas actitudes más realistas.
Sin embargo esto no es lo que me ha rechinado de la película. Como en El diablo viste de Prada o en la serie The Bold Type sus protagonistas se quejan de su trabajo porque es superficial. La moda o escribir sobre dietas y citas es algo que está muy por debajo de su nivel intelectual. En realidad Andie en Cómo perder a un chico en 10 días es una cool girl como de las que hablaban en Gone Girl: es inteligente, divertida, independiente y le gustan las mismas cosas que a los hombres como el deporte. Es una tipa súper guay. ¿Por qué en este tipo de películas sus protagonistas se excusan constantemente por el trabajo que hacen? Parece que tengan que pedir perdón continuamente por dedicarse al entretenimiento o la prensa rosa en vez de estar escribiendo sobre la crisis de Ucrania.

Es cierto que los medios para los que trabajan no suelen ser entornos muy sanos para las mujeres. Pero encontramos otra vez una exageración con artículos centrados en cómo ligar o perder peso. El feminismo ni lo huelen. ¿Es esto una crítica social a cómo los medios de comunicación femeninos se dirigen a su público? No, más bien es la representación de lo que quiere un hombre medio en una mujer. No vemos en este tipo de historias a una protagonista diciendo que le gusta su trabajo porque le divierte la moda porque quedaría mal ante, sobre todo, el público masculino. Pero si te encanta la moda y te pagan por escribir de ello, ¡ole tú!
¿Por qué nos tenemos que sentir menos porque no hacemos información política? Eso no quiere decir que no tengamos ni idea de lo que se mueve en el mundo, simplemente es que ese campo no es el nuestro. He de decir que yo, que trabajé en el Hola durante un tiempo, tengo poca idea de la prensa del corazón y no suele interesarme mucho hasta que no pasa algo como LA MOVIDA DE SHAKIRA. Pero sentirme mal por ello me pasó cuando cierta pareja me empezaba a mirar por encima del hombro por trabajar donde estaba lo hacía. Que ahora lo pienso y digo ¿pero has salvado tú alguna vida como para juzgar cómo pago yo el alquiler? Un día que me estaba tocando los ovarios bastante y empezamos a hablar del trabajo, sueldos y demás le pregunté (sabiendo ya la respuesta): ¿Cuánto pagas de alquiler? Y me respondió sin caer en la trampa: No lo pago, la casa la compraron mis pa… vale, que me calle que no tengo ni idea de lo que estoy hablando. Al menos lo pilló a la primera.

Pues lo que me pasó a mí le pasó a las dos Andrea, la de Cómo perder a un chico en 10 días y la de El Diablo viste de Prada. A Ben le gusta Andrea porque ha dicho que quiere escribir cosas serias, pero ojo que cuando le sale una oportunidad en Washington este la para porque ¿cómo te vas a ir y me vas a dejar aquí? Y va ella y se queda. De verdad toda la maldita peli lamentándose porque solo escribe sobre cómo ligar, decoración, dietas y zapatos y cuando le sale una oportunidad laboral para escribir temas políticos de los que le interesan a ella lo deja todo por un tío. ¡Hostia tú! A lo mejor no eres tan lista como te crees, Andie.
Con la Andrea de El Diablo viste de Prada no nos vamos a pasar mucho porque ya dedicamos un artículo a su odioso novio en el blog y nos quedamos muy a gusto. Pero es que ni este, ni Ben han hecho nada por el mundo. Nate es un cocinero estirado que no para de atosigar a su novia porque no le gusta a lo que se dedica ella, ni que eche tantas horas trabajando. Tío dudo mucho que cobre menos que tú, te está manteniendo, cállate la p*ta boca. Y Ben, bueno Ben es el peor tipo de persona que te puedes encontrar: es publicista. Tanto rollo de mirar por encima del hombro a Andie porque trabaja para una revista femenina y resulta que su mayor campaña es para una empresa de joyas cuyo eslogan es «Ladies, frost yourlselves». Un premio EFI te van a dar, Ben. En varias categorías además.
El claim es una mierda como un castillo, suena a algo sexual y burdo o, peor aún, a que te laves algo. Frost va por lo de los diamantes y porque quiere hacer un evento con inspiración invernal. Obviamente este eslogan se le ocurre en un momento de lucidez (no tanta) y ni estrategia, ni leche, ni nada. Se pone esto porque suena bien (a él, porque una mujer random cuando le gritan eso en la peli creen que la están insultando). Pero ojo ahí que en ningún momento este hombre se plantea que su trabajo es una basura, ni que no está haciendo campañas solidarias ni salvando vidas. Él vive feliz con su dinero, su casa y sus vicios. Nate tampoco parece indignarse por dedicarse a la cocina y ahí tampoco está escribiendo una tesis política. Simplemente está trabajando en algo que le gusta como bien podría hacer Andie en el mundo de la moda. Mientras él está feliz, es ella la que se siente inferior y se tiene que justificar ante su novio, amigos y espectadores diciendo «ey, que ya sé que lo que hago es superficial pero tengo facturas que pagar, yo en realidad tengo intereses más importantes que todo esto».
Ellas piden perdón, ellos exigen. Ben y Nate, los villanos de la historia.

Deja un comentario