The Sisterhood of the travelling pants y el peor padre

Me puse a ver el otro día The Sisterhood of the travelling pants y por mucho que adore a Bradley Whitford (fan de El Ala Oeste de la Casa Blanca y de su Josh Lyman hasta la muerte), no hay personaje suyo que más odie que el de Al, el padre de Carmen.

Hice una encuesta de personajes odiosos de Bradley Whitford en mi Twitter, y entiendo que ganase el de Get Out pero es que nadie votó a Al. Ya os digo yo que es porque no había nadie con padres divorciados.

Al (Whitford) no solo abandona a su familia sino que el contacto que tiene con su hija es verla dos veces al año. Cuando le vemos en la película, su hija Carmen (America Ferrera) va a pasar las vacaciones con él y este le suelta: «Oye, me he mudado con una mujer y sus hijos y en dos semanas no casamos». Es demencial que la avise de todo esto con tan poca antelación y mostrando cero empatía. Por su puesto la nueva familia está formada por personas rubias con ojos azules y perteneciente a una clase acomodada, todo lo que su anterior familia no era.

A mí mi padre me avisó que se casaba meses antes, cuando tomó la decisión y eso que ya llevaba con su pareja años e incluso tenían una hija. Que se podían casar al día siguiente que sorpresa cero. Pues este mendrugo que obviamente ha conocido a esta señora ese mismo año (dado que ve a Carmen dos veces al año, entendemos que el año anterior no estaba en esa situación porque se lo habría contado).

A Carmen la familia la menosprecia por ser latina, se ofenden si le dice papi en español a Al y la tratan como si fuera diferente y tuviese que amoldarse a ello obligatoriamente. La escena del vestido de dama de honor es deleznable. El discurso de America Ferrera aquí sí que se merece un Óscar, mas que el de Barbie.

Después de semejante bochorno y mal rato, Carmen huye y lleva desaparecida todo el día. Cuando regresa a casa de su padre por la noche sintiéndose algo culpable porque su padre estará preocupado, se encuentra con que su padre y su familia están cenando tranquilamente y de risas. Ella, airada, le tira una piedra a la ventana rompiéndola. Yo le hubiese prendido fuego a la casa.

Tu hija es humillada por tu nueva familia, desaparece en una ciudad que no es donde vive, es menor de edad y en vez de preocuparte en buscarla sigues con tu vida como si nada. Lo que más me jode es que en este caso, las amigas le aconsejan hablar con el padre porque bueno tiene que comprender su situación también y no. El padre no tiene perdón de Dios.

Cuando Carmen llama a su padre y le echa en cara cómo la ha tratado durante años, este solo sabe decir lo siento, pero no le promete nada. Carmen no quiere ir a la boda, pero va a rastras obligada por sus amigas y es allí donde se reconcilia con su padre que al verla la hace subir al altar con él porque es un familia. A mí esta escena de redención me sobra porque en qué momento, tu familia humilla a tu hija y esta se va y tú decides seguir adelante con la boda.

Si tu hija no va a la boda no te casas. Te coges un vuelo a su ciudad, te arrastras, le pides perdón, le juras que vas a cambiar, haces planes con ella de futuro y le dices que si no está en la boda no te casas. Porque aquí el que se ha comportado como un capullo eres tú. Carmen y sus acciones son de lo más justificables.

Bradley Whitford, te quiero, pero aquí es que lo mataba.

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