Esta no es mi White Lotus que me la han cambiao

Vamos a ver, ¿dónde está la serie adictiva, misteriosa, cachonda e intrigante de las dos primeras temporadas? ¡Esta no es mi White Lotus, que me la han cambiao! Estoy encontrando aburrida, de lo más rutinaria, hasta cansina la tercera temporada (sabes que estás en problemas cuando «tienes» que ver el nuevo episodio de una serie, en plan tarea) y no dejo de preguntarme cómo es posible. Y es que no podría adorar más el concepto de The White Lotus: gente rica y privilegiada, tirando billetes para enterrar sus problemas (lo de los ricos también lloran también tiene su punto) en sitios paradisíacos donde los trabajadores, generalmente pobres y/o de clases marginadas, se desviven por cumplir con todos sus caprichos. A esto le añades un murder mistery, personajes que representan diversos arquetipos para que empatices con alguno, y ya lo tienes. Pero, como digo, esta temporada no está resultando.

Todo son risas hasta que llega la fiesta del agua…


Encontraréis artículos mucho más sesudos y mejor razonados por ahí, pero esta es mi opinión de por qué The White Lotus T3 me está pareciendo un poco regulera (¡¡LIGERÍSIMOS SPOILERS!! ¡¡NO LEAS SI NO QUIERES SABER NADA!!): para empezar, las tramas no avanzan en absoluto. ¿Cuántos capítulos lleva Jason Isaacs con su cara de palo? ¡Todos? ¿Y el grupo de tres amigas lanzándose puyas bajo esa superficie de somos superamiguis? ¡Todos! ¿No debería, no sé, PASAR ALGO? Una cosa es cocinar a fuego lento una trama, otra cosa es dejarla que se te queme en la olla. Luego está lo del asesinato que detona la temporada, ¡es de un personaje que no es del «grupo»! Sí, vale, tiene lazos con uno de ellos, pero ya estás alterando la fórmula… precisamente donde no debías alterarla.

Dos fichajazos para la próxima isla de las tentaciones


Mike White tiene más conocimientos de televisión en su dedo meñique que yo en todo mi cuerpo, pero si debo creer el primer episodio de la tercera temporada, no debo temer (o investigar) la muerte de ninguno de los nuevos turistas, esos cuyas vidas exploras hasta la saciedad en cada episodio de una hora, porque el que muere es un personaje venido de fuera. ¿¿Ein??


Luego está la ausencia de un director de hotel carismático (¡con lo maravillosos que eran los dos anteriores!), la inevitable sensación de repetición (la trama del hijo de Schwarzenegger y su hermano ya la vimos, con ciertas variaciones, en las dos primeras temporadas), la falta de nada verdaderamente sustancial que decir sobre la vida de toda esa gente (en la segunda temporada, la serie fue más allá de las observaciones obvias), la poca garra en todas las tramas (en la segunda había una sensación de fatalidad cerniéndose sobre cada personaje) o el hecho de desperdiciar los talentos interpretativos de gente como Walton Goggins, Parker Posey o Carrie Coon, que podrían hacer todas sus secuencias dormidos de lo poquito que les exigen. Echo de menos a Jennifer Coolidge, por supuesto, pero al menos tenemos a Aimee Lou Wood (Sex Education). Van seis episodios, cruzo los dedos para una chispa de vida en los dos que quedan.

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